Estoy contento porque nunca antes, en ningún momento, lugar o tiempo un reportaje me había dado tanto-tanto-tanto. Y más que contento estoy orgulloso, porque de cada 100 disparos me gusta uno o ninguno. Coño, qué suerte ¿no?
Y fijaos. Fijaos en esos tonos de noche que le he sacado a la túnica. Y los pliegues que parecen el mármol de Salcillo. Y esa mirada que sólo echa de menos una lágrima de prima donna. Joder, coño, hostia! Pero qué contentor que llevo en la cabeza. Me va a ocurrir algo. Igual hasta muero de gusto. Si no vuelvo por aquí, ya sabéis: que me busquen en Francia.