Las beguinas de Brujas eran mujeres que habían sufrido las consecuencias de guerras, en las cuales sus esposos, hermanos o hijos no tenían un viaje de retorno a casa en la mayoría de los casos. Ante esta situación, a mediados del siglo XII se creó una congregación laica en la cual estas mujeres tomaban un papel activo e importante en beneficio de la sociedad mientras vivían aisladas en estos pequeños recintos que actuaban a modo de pueblo, pero siempre caracterizadas por una “vida austera y tranquila”.
El beguinario de Brujas fue fundado en 1245 por Margarita de Constantinopla, condesa de Flandes. Este convento actuaba como una pequeña ciudad dentro de Brujas.
Por las mañanas abrían las puertas y las beguinas podían salir del convento, pero al caer la tarde las beatas debían volver ya que sus puertas se cerraban. Bien es cierto, que en el caso de que los hombres de estas mujeres volviesen, éstas eran libres para reanudar sus vidas de casadas.
El Beguinario de Brujas o “Begijnhof” Ten Wijngaarde en neerlandés, es uno de los 13 beaterios que quedan repartidos en Bélgica y tiene la mención de Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.
Dentro de este bello enclave, se puede apreciar un patio ajardinado que destaca, sobre todo, entre marzo y abril, cuando florecen sus preciosos narcisos y este beguinario tiene aún más encanto.