Tumbado en el hayedo, a ras de suelo, la mejor manera de acercarte al mundo micológico, encontré una cajita, una dlicada cajita olvidada segúramente por alguna hada del bosque. Una cajita cerrada dúlcemente por hojas de haya. Emocionado por el hallazgo, como un niño el día de Reyes, despojé la tapa con toda la delicadeza de que fuí capaz anhelando ver su contenido, y delante mio comenzaron a danzar estas cinco setas flotando en el aire, mecidas por el viento y a ritmo de la bella música del bosque.
Finalizado el baile, quise inmortalizar el efímero momento, asi que saqué la cámara, reflectores y un pequeño saquito de arroz e hice un apilado, porque todas las bailarinas merecían el mismo protagonismo.
Una vez terminada la sesión, cerré la cajita con las mismas hojas, recogí los bártules y me puse a proseguir mi camino, una mirada atrás para ver una última vez la sorpresa de la naturaleza… pero ya no fui capaz de encontrarla.
Últimamente estáis de un lírico que os salís .
Bonito quinteto. Me gustan el punto de vista y el ambiente general, muy agradable y que refleja bien el bosque en otoño. Creo que agradecería algún toque de luz en las setas para separarlas ligeramente del entorno. El problema de los apilados es que a veces quedan partes sin definición en el motivo. Me da la impresión de que en alguna zona de las setas ha sucedido esto. El ratillo que uno se pasa revolcado en el suelo, es lo mejor…
Un saludo.
Muy chula Albert, foto y relato han quedado muy bien… se agradece la puntualización de @Tiberio, para apreciar esas cosas… desde luego que uno se lo pasa en grande haciendo lo que le gusta y se nota
Que la fuerza te acompañe!